La empresa peruana de reciclaje Sinba está haciendo negocio con la basura producida en Lima y tratada en su Centro Inclusivo de Recuperación Circular (CIRC), con apoyo de herramientas como la inteligencia artificial. Así lo cuenta a Forbes Perú Pipo Reiser, director de alianzas & cofundador de la compañía.

Justamente, desde que se creó en 2017, Sinba ha impulsado diferentes estrategias de negocio con el propósito de “cocrear un mundo sin basura, donde nada sobre, donde nadie sobre”.

Empezaron con los cocineros limeños, con el programa “Gastronomía sin basura”. El plan era recoger sus desechos orgánicos y hacer con ellos compost y comida para cerdos a la vez que convertían en ‘embajadores del reciclaje’ a los chef peruanos.

El súbito parón que impuso el confinamiento por la Covid-19, sin embargo, hizo que el 95% de sus clientes cerrara sus puertas. Eso a Sinba –cuya actividad entonces era clasificada como ‘esencial’– la obligó a repensar su negocio.

Pipo Reiser es director de alianzas & cofundador de Sinba. Foto: Karen Candiotti / Forbes Staff

Fue así que lanzaron ‘Hogares sin basura’, un servicio especializado de recolección de residuos para hogares (actualmente atienden a 260); crearon la unidad de ‘proyectos y consultoría’, para desarrollar capacitaciones y proyectos de responsabilidad social; y, finalmente, dieron en la tecla con el que se volvería su principal cliente y motor de su millonaria facturación actual: las industrias. “Las industrias, al tener mucha mayor escala, suelen vender estos materiales [papel y cartón, plástico, vidrio y metales]. Como nosotros no los vendíamos, no teníamos cómo comprarlos”, explica Reiser y apunta que el sector industrial y retail son los “grandes sectores de residuos” en la ciudad.

Así, de recoger basura y entregar todos los materiales inorgánicos que no podían procesar a recicladores, Sinba pasó a pagarles por ella, segregarla, procesarla y revenderla. Es decir, recircularla. Hoy compran materiales de 13 pequeños acopiadores y 34 recicladores recolectores, a precios que actualizan cada semana (ver imagen).

Los precios de los materiales reciclables varían cada semana de acuerdo al mercado. Fuente: Sinba  

Momento de invertir 

El año pasado, Sinba generó S/3 millones en ventas y este año prevé llegar hasta los S/5 millones, duplicando la cantidad de residuos procesados, pasando de 10 a 20 toneladas de residuos orgánicos e inorgánicos por día, proyecta Reiser. Esta facturación fue posible gracias a que pusieron el foco en escalar la infraestructura de la operación, repara.

En 2020, la empresa levantó US$600.000 de inversionistas ángeles y del laboratorio de innovación del Grupo Banco Interamericano de Desarrollo (BID Lab) para su biofábrica de Villa El Salvador (VES), cuenta el ejecutivo. En esta instalación, Sinba partió como empresa procesando residuos sólidos orgánicos -que esperaba recolectar de programas como “Gastronomía sin basura”, convirtiéndolos en dos subproductos: alimento balanceado para ganado porcino y vacuno y, con la merma, compost.

“Por la coyuntura, en el 2020 no era el momento de invertir. Esas inversiones las hemos hecho en el 2022 y nos han permitido dos cosas: primero multiplicar nuestra capacidad instalada de procesamiento de residuos orgánicos por 10 y segundo contar con mejor tecnología, más eficiente”, sostiene Reiser.

En ese sentido, Reiser explica que la inversión en la biofábrica les ha permitido asimismo innovar en la calidad del alimento balanceado, que era húmedo y ahora es seco, lo que facilita su transporte y abre un abanico de posibilidades para llegar a nuevos mercados, como el acuícola y de mascotas. “Pueden valorar un poco más los productos que podemos ofrecer en alimentación animal”, dice sobre estos segmentos.

Biofábrica de Sinba. Área de transformación de residuos orgánicos en alimento seco para animales de granja. Foto: Cortesía

Aliarse e incluir

Junto a la biofábrica (que hoy está ubicada a diez minutos de su lugar original en VES), en octubre pasado Sinba inauguró el Centro Inclusivo de Recuperación Circular (CIRC). Allí se segregan y reciclan papeles y cartones, plásticos y vidrios. “Tomamos la decisión [de crear en el CIRC] porque básicamente pitcheamos esto [el CIRC] a Coca Cola, que tiene un objetivo muy ambicioso que es recuperar el 100% del plástico que ponen en el mercado”, cuenta Reiser.

Carga de material en el CIRC. Foto: Cortesía

“Decidieron invertir y ellos [Coca Cola] han puesto el financiamiento para lo que es el CIRC. En total, son US$150.000 en la inversión de infraestructura propiamente dicha”, precisa sobre la gigante de bebidas y señala que se trató de un “financiamiento no reembolsable”. Coca Cola confirmó dicha modalidad de colaboración con Sinba, quien por su parte aportó US$30.000 adicionales para este proyecto.

Según explicó Reiser, este apoyo económico le permite a la corporación obtener datos confiables sobre la recuperación de los materiales que coloca en el mercado.

En ese sentido, el ejecutivo reconoce que la donación de Coca Cola también les está ayudando a viabilizar en su etapa temprana un negocio que se hace ‘de centavos’. “Lo que Coca Cola necesita son toneladas [de material reciclado], porque ellos ponen muchas miles de toneladas en el mercado, con lo cual tienen que recuperar miles de toneladas”, dice, en relación a los volúmenes que requieren procesar para rentabilizar la operación y los que necesita la corporación para alcanzar su meta de reciclaje.

Además del CIRC, Coca Cola junto a la aceleradora Latitud R han asignado US$350.000 no reembolsables para la formalización de recicladores por los próximos tres años (hasta 2025).

Así, en 2023, explica Reiser, prevén obtener un margen de utilidad de 5%. “Este año es un año en el que las inversiones que hicimos el año pasado se empiezan a estabilizar y rentabilizar en la medida que podamos generar escala”, comenta.

Es que, según el ejecutivo, la visión a largo plazo de Sinba es crear en el país hasta 10 ‘Nodos Sinba’, integrados por una biofábrica y un CIRC cada uno.

“Nuestro objetivo al 2030 es tener 10 plantas: la suma de la biofábrica y el CIRC lo llamamos un nodo Sinba. Hoy tenemos uno. Nuestro objetivo es el próximo año empezar la implementación del segundo nodo y al 2030 tener 10, no solo en Lima, sino en regiones también”, informa. En total, estima que el plan supone una inversión de US$50 millones, que apunta a recaudar de fondos verdes internacionales, como el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés).

Centro Inclusivo de Recuperación Circular (CIRC). Foto: Cortesía

¿Cómo y para qué están usando IA?

En el CIRC, Sinba ha encontrado en la inteligencia artificial una manera creativa (y oportuna) para potenciar su negocio. Se trata de una herramienta, integrada por cámaras ubicadas en las fajas transportadoras en las que la empresa separa los materiales. El proyecto -cuenta– fue financiado a través del programa de responsabilidad social del Banco de Crédito (BCP), al que postularon y del cual obtuvieron fondos no reembolsables.

“No es tecnología que hemos desarrollado, sino aplicada. Es una startup británica que se llama Grey Parrot, que nos ha mandado un módulo que es una cámara que se coloca encima de la faja transportadora, donde ingresa el material, y está todo el día capturando con una cámara las imágenes del material que pasa. Tiene la capacidad a través de machine-learning, de aprender qué es cada cosa, identificar objetos. Eso lo convierte en una base de datos gigantesca y luego ellos te dan las herramientas para analizar esa información y convertirla en información valiosa”, detalla sobre la tecnología.

“Tenemos que ser muy creativos de cómo generamos valor a partir de esto, de maneras diferentes. Una de las maneras es justamente cosechando data y convirtiéndo eso en valor”.

Pipo Reiser, director de Alianzas & Cofundador de Sinba

En ese sentido, Reiser cuenta que la IA les está ayudando a resolver otro problema del sector: la falta de información confiable y transparente sobre lo que se recicla.

“¿Por qué es importante eso? Primero, porque en el mundo del reciclaje no existe data. Los datos que tenemos son muestrales y bien limitados: incluso a nivel de muestras se han hecho pocos estudios de los residuos. Lo segundo por lo cual es importante esto es la trazabilidad. La tecnología nos está dando la trazabilidad porque está hasta grabado. Esta grabación se convierte en un algoritmo, validado por terceros, con lo cual yo no puedo no puedo influir, no puedo manipular esa base de datos”, explica.

Detrás del esfuerzo de medición y registro la firma tiene un objetivo más ambicioso: ingresar al mercado de créditos de plástico, cuyo estándar ha sido creado por la certificadora Verra y está en gestación, cuenta el ejecutivo. “Al momento que queramos entrar a ese protocolo, tener la tecnología y tener la data, va a ser fantástico, porque el auditor va a venir y me va a decir, ‘demuestrame esto’, y yo le voy a decir ‘ahí está la filmación, la cámara, el algoritmo es certificado, validado’. Es una forma de monetizar el impacto de manera creativa para generar flujos alternativos a la simple compra y venta de materiales”, detalla.

Y ese no es el único potencial de la tecnología. Desde otra perspectiva, la data puede ayudar a crear insights sobre los patrones de consumo en los distintos distritos. “Lo que es interesante es que esa data, más adelante la podamos convertir en información valiosa para el mismo mercado”, afirma. Este será seguramente otro momento en la historia de Sinba y el reciclaje en el país.

Datos relevantes

  • Inversión global creciente. En el mundo, la inversión en plantas de tratamientos de residuos está creciendo de manera significativa, confirmó el empresario Jean Pierre Azañedo, presidente ejecutivo de Round Foods y CoreZero, emprendedor y experto en el tratamiento y valorización de residuos sólidos con más de 12 años de experiencia en el rubro. En efecto, el ejecutivo fundó en 2013 una empresa de residuos hospitalarios que vendió parcialmente en 2015 a la corporación francesa Seché Group. Según comenta, esta última y otras empresas están invirtiendo en la región. Entre ellas menciona a Veolia, Suez, Stericycle y Darling Ingredients. Incluso la multilatina de origen peruano San Miguel Industrias (SMI) anunció recientemente que invertirá más de US$100 millones para incrementar su capacidad de reciclaje en Perú, Colombia, Guatemala, El Salvador, Costa Rica y Honduras. En ese sentido, Azañedo dice que otra tendencia creciente del negocio es la valorización de los residuos orgánicos y que la compañía que dirige, Round Foods, planea comenzar a valorizar del sector agroindustrial y corporativo, con México como primer mercado.
  • Inversión desigual. De su lado, el experto en desechos alimenticios y doctor en Ingeniería Química y Ambiental, Ian Vásquez, observa que a nivel global la inversión en infraestructura para el tratamiento de residuos se está ejecutando de manera desigual. En Latinoamérica, repara que existe “un desfase muy grande”. “Estamos hablando de que en el Perú tenemos todavía un 50% de residuos sólidos urbanos que -ya no es que no se trate– sino que ni siquiera se encapsulan en rellenos sanitarios de manera controlada y están acabando en botaderos a cielo abierto. Cuando llega a un residuo sanitario, escasas veces podemos hablar de un tratamiento real, y de que haya una recuperación de energía”, sostiene. Pese a ello, el experto observa que la inversión en rellenos sanitarios por parte de diferentes agencias de la cooperación internacional está contribuyendo a cerrar la brecha. “La red está creciendo. En 2017, no llegábamos a 30 rellenos sanitarios en el país. Ahora estamos en 75, algunos en ciudades de tamaño medio”, dice.
  • Retos del mercado. Para Vázquez, que es profesor a tiempo completo del Departamento Académico de Ingeniería de la PUCP, también faltan especialistas en tecnologías del reciclaje en el Perú. “Ese es el primer punto que debemos intentar corregir. Tenemos que tener una estrategia nacional”, comenta. Bajar el costo de las tecnologías de reciclaje, también ayudaría a que los municipios –encargados de la disposición final de los residuos según la ley.
  • Coca Cola puntualizó a Forbes Perú que a la fecha junto a sus socios embotelladores están invirtiendo US$500 millones en Latinoamérica y El Caribe para promover la economía circular y ayudar a resolver la crisis mundial de residuos plásticos. No precisaron en cuántas plantas como el CIRC están ejecutando el presupuesto.